Estados Unidos y Ucrania han firmado un acuerdo sin precedentes para explotar de manera conjunta los valiosos minerales estratégicos que alberga el subsuelo ucraniano. A través de un fondo de inversión compartido al 50%, ambos países gestionarán los beneficios de recursos como el litio, el grafito, el titanio y las tierras raras, indispensables para sectores como la tecnología, la defensa y las energías renovables. El pacto contempla que durante los primeros diez años, los ingresos se destinarán íntegramente a la reconstrucción de Ucrania, un país devastado por más de dos años de guerra. Además, incluye una cláusula que excluye del negocio a cualquier entidad o persona que haya apoyado a Rusia.
Este acuerdo, impulsado políticamente por Donald Trump como condición para mantener el apoyo militar a Kyiv, refuerza la alianza estratégica entre ambos países en un momento crucial. Washington asegura así su acceso a recursos clave en un mercado global cada vez más competitivo, mientras que Kyiv obtiene una fuente vital de financiación para su recuperación económica. Desde la capital ucraniana se insiste en que la soberanía sobre los recursos no ha sido comprometida y que la participación estadounidense se limita a una colaboración equitativa y beneficiosa para ambas partes.
Para Ucrania, este pacto no solo representa un salvavidas económico, sino también una oportunidad de posicionarse como un actor relevante en el mercado de materias primas estratégicas. Para Estados Unidos, en cambio, supone un golpe de efecto en la carrera por los minerales críticos frente a potencias como China o Rusia. Con este movimiento, ambas naciones envían un mensaje claro: están decididas a fortalecer sus lazos económicos y estratégicos para afrontar los desafíos de un orden mundial cada vez más volátil.