Épocas de frustraciones, épocas de angustias se presentan ante nosotros como circunstancias inevitables, como situaciones terribles y apocalípticas que no podemos o no sabemos sobrellevar.
Son circunstancias de una gran dureza, que sin quererlo, han venido socavando nuestra existencia y nos amenaza con destruir nuestra paz, nuestro balance interno.