La santidad es un llamado que nos viene desde el bautismo. Sumergidos en la muerte y resurrección de Jesús, nuestra vida se vuelve una respuesta generosa a Dios, vivida en un constante trabajo de crecimiento personal y espiritual. El evangelio nos muestra la actitud de Juan el Bautista que indica a Jesús como el Mesías esperado. Con humildad se pone de lado para dar paso al enviado de Dios y salvador de los hombres. Esta actitud nos desafía a vivir en un mundo orgulloso. ¡Señor, que no olvidemos que Tú eres nuestro referente!