Para Pablo, el cristiano es el discípulo que sabe que su proyecto de vida es la santidad, un trabajo siempre pendiente que lo desafía a buscar el equilibrio. El evangelio nos interpela a examinar nuestras vidas y descubrir si somos cristianos atentos a las señales del Reino o estamos adormecidos por nuestro mundo consumista e individualista, porque el Señor siempre está viniendo. ¡Señor de la historia, despiértanos de nuestro letargo!