Antes de meterse con hobbits, elfos y orcos, Peter Jackson estaba dedicado al cine de fantasía, un poco gore y mucha comedia y en ese marco se inscribe su tercera película: Braindead AKA Dead Alive. Un mono de sumatra esparce un virus en una ciudad de Nueva Zelanda que convierte a la gente en zombies y revive a los muertos. Para detenerlos vuelan cabezas, se arrancan miembros, explotan torsos y laceran cuerpos con una cortadora de pasto. Con tintes a Evil Dead y otras películas clásicas, Jackson deja su marca en el cine fántastico con esta genialidad.