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14 octubre
San Calixto
Romanos 1, 16-25: “Los hombres conocieron a Dios, pero no lo glorificaron como a
Dios”
Salmo 18: “Los cielos proclaman la gloria de Dios”
San Lucas 11, 37-41: “Den limosna y todo lo de ustedes quedará limpio”
Ya desde los tiempos de Jesús había una falsa concepción de Dios como tipo mercader:
“Yo te doy tal o cual cosa y tú me tienes que dar algo a cambio” y extendían esta
mentalidad a todas las actividades. Creían que podían ser puros y buscaban las cosas
externas para manifestarlo así. Por eso les causa escándalo el que Jesús “no hubiera
cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer”. Pero esto se quedaba
en cosas meramente externas y por eso reciben el reproche de Jesús. A Dios no se le
puede manipular con unas ofertas y olvidarnos que todo lo que nos da, lo ofrece
gratuitamente. Los fariseos, y quizás muchos de nosotros, se sentían con derecho a los
beneficios de Dios, se los habían ganado a pulso. Pero Dios no es un mercader y no está
dispuesto al intercambio de mercancías. El Papa Francisco nos señalaba certeramente
esta grandeza de Dios que “primerea”, nos ama, sin merecerlo. Y nos advierte de lo
peligroso que puede ser esa mentalidad errónea: “ya le hice un rosario, ahora me tiene
que dar” o “ya le llevé su veladora, ahora me tiene que cumplir”. Estos actos parecen
más bien como amuletos o compraventa que un acto de amor. Y lo más triste y lo que
más rechaza este día Jesús, es que al mismo tiempo que los fariseos buscan tener esa
limpieza exterior, su corazón está lleno de robos y maldad. Los profetas fueron muy
duros y exigentes con el pueblo de Israel: un sacrificio sólo tiene sentido si va
acompañado de justicia y de amor al prójimo. Ahora también tenemos que reflexionar y
cuestionarnos sobre nuestra relación con Dios, si aceptamos su gran bondad y nos
ponemos humildemente en sus manos, que Él haga conforme a su voluntad; si nuestras
oraciones y actos externos van acompañados de justicia, de amor al prójimo, de respeto
y caridad para los hermanos. Al terminar la frase Jesús dice: “Den más bien limosna de
lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio”. Si se ama al hermano, si
descubrimos en cada uno de ellos el rostro de Jesús, si lo tratamos como al mismo
Jesús, entonces tendrán sentido todos nuestros actos. Que hoy podamos descubrir a este
Jesús en medio de nosotros y no nos quedemos en exterioridades y apariencias.
By DeDosEnDos Comunidad Digital De Evangelizacion14 octubre
San Calixto
Romanos 1, 16-25: “Los hombres conocieron a Dios, pero no lo glorificaron como a
Dios”
Salmo 18: “Los cielos proclaman la gloria de Dios”
San Lucas 11, 37-41: “Den limosna y todo lo de ustedes quedará limpio”
Ya desde los tiempos de Jesús había una falsa concepción de Dios como tipo mercader:
“Yo te doy tal o cual cosa y tú me tienes que dar algo a cambio” y extendían esta
mentalidad a todas las actividades. Creían que podían ser puros y buscaban las cosas
externas para manifestarlo así. Por eso les causa escándalo el que Jesús “no hubiera
cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer”. Pero esto se quedaba
en cosas meramente externas y por eso reciben el reproche de Jesús. A Dios no se le
puede manipular con unas ofertas y olvidarnos que todo lo que nos da, lo ofrece
gratuitamente. Los fariseos, y quizás muchos de nosotros, se sentían con derecho a los
beneficios de Dios, se los habían ganado a pulso. Pero Dios no es un mercader y no está
dispuesto al intercambio de mercancías. El Papa Francisco nos señalaba certeramente
esta grandeza de Dios que “primerea”, nos ama, sin merecerlo. Y nos advierte de lo
peligroso que puede ser esa mentalidad errónea: “ya le hice un rosario, ahora me tiene
que dar” o “ya le llevé su veladora, ahora me tiene que cumplir”. Estos actos parecen
más bien como amuletos o compraventa que un acto de amor. Y lo más triste y lo que
más rechaza este día Jesús, es que al mismo tiempo que los fariseos buscan tener esa
limpieza exterior, su corazón está lleno de robos y maldad. Los profetas fueron muy
duros y exigentes con el pueblo de Israel: un sacrificio sólo tiene sentido si va
acompañado de justicia y de amor al prójimo. Ahora también tenemos que reflexionar y
cuestionarnos sobre nuestra relación con Dios, si aceptamos su gran bondad y nos
ponemos humildemente en sus manos, que Él haga conforme a su voluntad; si nuestras
oraciones y actos externos van acompañados de justicia, de amor al prójimo, de respeto
y caridad para los hermanos. Al terminar la frase Jesús dice: “Den más bien limosna de
lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio”. Si se ama al hermano, si
descubrimos en cada uno de ellos el rostro de Jesús, si lo tratamos como al mismo
Jesús, entonces tendrán sentido todos nuestros actos. Que hoy podamos descubrir a este
Jesús en medio de nosotros y no nos quedemos en exterioridades y apariencias.