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22 Octubre
San Juan Pablo II
Romanos 6,12-18: “Pónganse al servicio de Dios, que les ha dado la vida”
Salmo 123: “El Señor es nuestra ayuda”
San Lucas 12, 39-48: “Al que mucho se le da, mucho se le exigirá"
Toda comparación tiene sus límites y aunque no me gusta mucho que se considere al
Señor Jesús como un patrón furibundo que a su regreso pedirá cuentas sobre los bienes
encomendados, la parábola del administrador es muy actual para todos nosotros. Los
bienes materiales, la naturaleza, el tiempo y todos los elementos que sostienen nuestra
vida tienen una carga fuerte de responsabilidad en su uso y abuso. Las palabras que
piensa el mal administrador: “Mi amo tardará en llegar” y sus acciones de maltratar a
los otros siervos y siervas, y de beber y embriagarse, son penosamente actuales. Hay
quienes piensan que tienen todos los derechos porque su herencia, su inteligencia o su
astucia, les han permitido apoderarse de ellos. Nadie tiene derecho a desperdiciar, maltratar o apoderarse injustamente de los bienes porque no son sólo de él. Si
pensáramos que los bienes terrenales solamente los tenemos como administrados y con
una fuerte obligación de mirar por el bien común, actuaríamos de otra forma. La
insistencia del pasaje de este día sobre el estar vigilantes y preparados nos lleva a una
reflexión sobre el modo que estamos utilizando todos los regalos que Dios nos ha hecho
y los frutos que estamos dando. Jesús nos previene: el día de la salvación llega como un
ladrón en la noche, en el momento más inesperado. San Pablo en la primera lectura, nos
hace caer en la cuenta que no debemos ser esclavos del pecado, que hemos nacido para
vivir en la libertad de los hijos de Dios. Nos pide que no nos dejemos dominar por el
pecado ni seguir las malas inclinaciones, sino ponernos al servicio de Dios. Son
pensamientos que se complementan y que nos hacen reflexionar sobre nuestro modo de
actuar. El Señor nos ha confiado sus bienes y debemos estar alertas para no convertirnos
en esclavos de ellos ni tampoco a esclavizar por medio de ellos a nuestros hermanos. La
urgencia con que Jesús proclama que estemos atentos nos debe llevar a nos dejarnos
adormilar por la monotonía del diario vivir, ni por la ambición que nos pide siempre
más, sino que ser conscientes de que todo lo que tenemos ha de ser administrado
responsablemente con amor y servicio a los hermanos. Quizás la pregunta de Pedro la
quisiéramos hacer nosotros y la respuesta de Jesús, es que también esta parábola y esta
exigencia es para cada uno de nosotros. ¿Cómo estamos utilizando el regalo del Señor?
¿Estamos preparados para el día final?
By DeDosEnDos Comunidad Digital De Evangelizacion22 Octubre
San Juan Pablo II
Romanos 6,12-18: “Pónganse al servicio de Dios, que les ha dado la vida”
Salmo 123: “El Señor es nuestra ayuda”
San Lucas 12, 39-48: “Al que mucho se le da, mucho se le exigirá"
Toda comparación tiene sus límites y aunque no me gusta mucho que se considere al
Señor Jesús como un patrón furibundo que a su regreso pedirá cuentas sobre los bienes
encomendados, la parábola del administrador es muy actual para todos nosotros. Los
bienes materiales, la naturaleza, el tiempo y todos los elementos que sostienen nuestra
vida tienen una carga fuerte de responsabilidad en su uso y abuso. Las palabras que
piensa el mal administrador: “Mi amo tardará en llegar” y sus acciones de maltratar a
los otros siervos y siervas, y de beber y embriagarse, son penosamente actuales. Hay
quienes piensan que tienen todos los derechos porque su herencia, su inteligencia o su
astucia, les han permitido apoderarse de ellos. Nadie tiene derecho a desperdiciar, maltratar o apoderarse injustamente de los bienes porque no son sólo de él. Si
pensáramos que los bienes terrenales solamente los tenemos como administrados y con
una fuerte obligación de mirar por el bien común, actuaríamos de otra forma. La
insistencia del pasaje de este día sobre el estar vigilantes y preparados nos lleva a una
reflexión sobre el modo que estamos utilizando todos los regalos que Dios nos ha hecho
y los frutos que estamos dando. Jesús nos previene: el día de la salvación llega como un
ladrón en la noche, en el momento más inesperado. San Pablo en la primera lectura, nos
hace caer en la cuenta que no debemos ser esclavos del pecado, que hemos nacido para
vivir en la libertad de los hijos de Dios. Nos pide que no nos dejemos dominar por el
pecado ni seguir las malas inclinaciones, sino ponernos al servicio de Dios. Son
pensamientos que se complementan y que nos hacen reflexionar sobre nuestro modo de
actuar. El Señor nos ha confiado sus bienes y debemos estar alertas para no convertirnos
en esclavos de ellos ni tampoco a esclavizar por medio de ellos a nuestros hermanos. La
urgencia con que Jesús proclama que estemos atentos nos debe llevar a nos dejarnos
adormilar por la monotonía del diario vivir, ni por la ambición que nos pide siempre
más, sino que ser conscientes de que todo lo que tenemos ha de ser administrado
responsablemente con amor y servicio a los hermanos. Quizás la pregunta de Pedro la
quisiéramos hacer nosotros y la respuesta de Jesús, es que también esta parábola y esta
exigencia es para cada uno de nosotros. ¿Cómo estamos utilizando el regalo del Señor?
¿Estamos preparados para el día final?