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22 septiembre
Santos Mártires de Tlaxcala: Cristóbal, Antonio y Juan.
Esdras 1, 1-6: “Los que pertenezcan al pueblo del Señor, vayan a Jerusalén para
reconstruir el templo del Señor”
Salmo 125: “Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor”
San Lucas 8, 16-18: “La vela se pone en el candelero para que los que entren puedan
ver”
Con frecuencia escuchamos que en estos tiempos estamos en un periodo de crisis tan
fuerte que parecería que todo es oscuridad y que nada se puede hacer. Al escuchar
esto, me pongo a pensar en la forma de actuar de Jesús tanto en sus tiempos como
en nuestro tiempo. Dificultades enormes deberían presentarse a aquellos que
empezaban a escuchar la Palabra y a seguir a este Maestro tan distinto a todos los
demás. No se podía entender esta actitud ni desde la religiosidad israelita ni tampoco
desde el modo de pensar ni de los romanos ni de los griegos que ponían unos, el ideal
en el poder y la riqueza; y otros, en la sabiduría y el placer. Negro panorama se
presenta para aquellos discípulos, pues son considerados paganos por un lado, y
peligrosos por el otro. Sin embargo Jesús, siempre con la alegría de traer Buena
Nueva, presenta este momento como una oportunidad de encender nueva luz. Y una
luz se hace más visible en medio de la oscuridad. Aunque quisiera pasar
desapercibida, se notará porque sus resplandores se manifiestan abiertamente. Así lo
percibe Jesús y lo hace notar a sus discípulos con la comparación de una lámpara.
Pensemos cada uno de nosotros si nuestra vida es una luz que ilumina en estos
momentos de oscuridad. No vamos a escondernos debajo de canastos o a
refugiarnos debajo de la cama. Tendremos que iluminar estos momentos, pero no
desde resplandores que provoquen ceguera e impidan mirar la realidad y descubrir la
presencia de Dios en nuestro mundo. La luz y la experiencia de compartirla con otros
son parte importante de la vida de comunidad que está formando Jesús. Una
comunidad que, teniendo la luz no la comparte, no está animada por el espíritu de
Jesús. El Papa Francisco nos cuestionaba seriamente mirando nuestras apatías y nos
lanzaba a llenar el mundo de este “nuevo fuego” que se propague y globalice. Si
hemos permitido que el mal llegue a todos lados ¿por qué no luchar porque esta luz
llegue a todas las personas y a todos los lugares? Hay muchos rincones, muchas
fronteras que escapan a un rayo de esperanza, que anhelan un atisbo de resplandor al
cual asirse y nosotros podemos darlo. No de nosotros mismos, sino del mismo Jesús
que es la verdadera luz. Que la palabra de este día cuestione nuestra forma tan tibia
de vivir y nos lance a llevar la luz por nuevos caminos para iluminar la oscuridad.
By DeDosEnDos Comunidad Digital De Evangelizacion22 septiembre
Santos Mártires de Tlaxcala: Cristóbal, Antonio y Juan.
Esdras 1, 1-6: “Los que pertenezcan al pueblo del Señor, vayan a Jerusalén para
reconstruir el templo del Señor”
Salmo 125: “Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor”
San Lucas 8, 16-18: “La vela se pone en el candelero para que los que entren puedan
ver”
Con frecuencia escuchamos que en estos tiempos estamos en un periodo de crisis tan
fuerte que parecería que todo es oscuridad y que nada se puede hacer. Al escuchar
esto, me pongo a pensar en la forma de actuar de Jesús tanto en sus tiempos como
en nuestro tiempo. Dificultades enormes deberían presentarse a aquellos que
empezaban a escuchar la Palabra y a seguir a este Maestro tan distinto a todos los
demás. No se podía entender esta actitud ni desde la religiosidad israelita ni tampoco
desde el modo de pensar ni de los romanos ni de los griegos que ponían unos, el ideal
en el poder y la riqueza; y otros, en la sabiduría y el placer. Negro panorama se
presenta para aquellos discípulos, pues son considerados paganos por un lado, y
peligrosos por el otro. Sin embargo Jesús, siempre con la alegría de traer Buena
Nueva, presenta este momento como una oportunidad de encender nueva luz. Y una
luz se hace más visible en medio de la oscuridad. Aunque quisiera pasar
desapercibida, se notará porque sus resplandores se manifiestan abiertamente. Así lo
percibe Jesús y lo hace notar a sus discípulos con la comparación de una lámpara.
Pensemos cada uno de nosotros si nuestra vida es una luz que ilumina en estos
momentos de oscuridad. No vamos a escondernos debajo de canastos o a
refugiarnos debajo de la cama. Tendremos que iluminar estos momentos, pero no
desde resplandores que provoquen ceguera e impidan mirar la realidad y descubrir la
presencia de Dios en nuestro mundo. La luz y la experiencia de compartirla con otros
son parte importante de la vida de comunidad que está formando Jesús. Una
comunidad que, teniendo la luz no la comparte, no está animada por el espíritu de
Jesús. El Papa Francisco nos cuestionaba seriamente mirando nuestras apatías y nos
lanzaba a llenar el mundo de este “nuevo fuego” que se propague y globalice. Si
hemos permitido que el mal llegue a todos lados ¿por qué no luchar porque esta luz
llegue a todas las personas y a todos los lugares? Hay muchos rincones, muchas
fronteras que escapan a un rayo de esperanza, que anhelan un atisbo de resplandor al
cual asirse y nosotros podemos darlo. No de nosotros mismos, sino del mismo Jesús
que es la verdadera luz. Que la palabra de este día cuestione nuestra forma tan tibia
de vivir y nos lance a llevar la luz por nuevos caminos para iluminar la oscuridad.