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24 septiembre
Nuestra Señora de la Merced
Esdras 9, 5-9: “Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud”
Tobías 13, 2-8: “Bendito sea el Señor para siempre”
San Lucas 9, 1-6: “Los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos”
Cuando contemplamos a nuestro pueblo tan sumido en el crimen, en las venganzas,
en la inseguridad, nos dan ganas de clamar como Esdras en la primera lectura de este
día: “Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque
nuestros pecados se han multiplicado hasta cubrirnos por completo y nuestros delitos
son tan grandes, que claman hasta el cielo. Hemos pecado gravemente”. Y es que si
revisamos nuestras comunidades y nuestras familias, encontramos gravísimos
problemas a los que no les encontramos solución. Sin embargo, la misma lectura nos
dice que el Señor ha dejado algunos sobrevivientes y que los ha reanimado. Es cierto
que hay gravísimos problemas y que hay momentos en que parece que todo está
perdido, pero tenemos una seguridad que es nuestro Dios y en Él confiamos. Y por
eso en medio del dolor, estamos seguros que Dios está con nosotros. Y esto nos lo
viene a confirmar el pasaje del Evangelio de este día al mostrarnos a un Jesús que
confía en el hombre: envía a sus Doce y les encomienda una gran misión. Les encarga
expulsar a los demonios y curar enfermedades. Les pide que prediquen el Reino de
Dios y que curen los enfermos. Las “armas” que los sostienen solamente son la verdad
y el amor a Jesús. No deben llevar nada: ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas.
Sólo confiar en el Señor. Esto nos debe alentar también a nosotros y ayudarnos a
superar este ambiente negativo que invade nuestros pueblos. Es posible construir el
Reino de Dios. Jesús nos acompaña, camina con nosotros. No podemos oponer
violencia contra violencia, debemos sembrar la palabra del Señor y sanar los
corazones heridos. Hay muchas personas lastimadas, hay muchos hogares
destruidos, pero el Señor nos sigue invitando a construir en su nombre. Hoy tenemos
esa misión y Cristo nos acompaña. Nuevamente nos dice: “no tengas miedo, yo estoy
contigo”.
By DeDosEnDos Comunidad Digital De Evangelizacion24 septiembre
Nuestra Señora de la Merced
Esdras 9, 5-9: “Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud”
Tobías 13, 2-8: “Bendito sea el Señor para siempre”
San Lucas 9, 1-6: “Los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos”
Cuando contemplamos a nuestro pueblo tan sumido en el crimen, en las venganzas,
en la inseguridad, nos dan ganas de clamar como Esdras en la primera lectura de este
día: “Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque
nuestros pecados se han multiplicado hasta cubrirnos por completo y nuestros delitos
son tan grandes, que claman hasta el cielo. Hemos pecado gravemente”. Y es que si
revisamos nuestras comunidades y nuestras familias, encontramos gravísimos
problemas a los que no les encontramos solución. Sin embargo, la misma lectura nos
dice que el Señor ha dejado algunos sobrevivientes y que los ha reanimado. Es cierto
que hay gravísimos problemas y que hay momentos en que parece que todo está
perdido, pero tenemos una seguridad que es nuestro Dios y en Él confiamos. Y por
eso en medio del dolor, estamos seguros que Dios está con nosotros. Y esto nos lo
viene a confirmar el pasaje del Evangelio de este día al mostrarnos a un Jesús que
confía en el hombre: envía a sus Doce y les encomienda una gran misión. Les encarga
expulsar a los demonios y curar enfermedades. Les pide que prediquen el Reino de
Dios y que curen los enfermos. Las “armas” que los sostienen solamente son la verdad
y el amor a Jesús. No deben llevar nada: ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas.
Sólo confiar en el Señor. Esto nos debe alentar también a nosotros y ayudarnos a
superar este ambiente negativo que invade nuestros pueblos. Es posible construir el
Reino de Dios. Jesús nos acompaña, camina con nosotros. No podemos oponer
violencia contra violencia, debemos sembrar la palabra del Señor y sanar los
corazones heridos. Hay muchas personas lastimadas, hay muchos hogares
destruidos, pero el Señor nos sigue invitando a construir en su nombre. Hoy tenemos
esa misión y Cristo nos acompaña. Nuevamente nos dice: “no tengas miedo, yo estoy
contigo”.