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6 octubre
San Bruno
Jonás 1,1-2,1-11: "Se levantó Jonás para huir lejos del Señor”
Interleccional Jonás 2,3-8: “En el peligro invoqué al Señor y él me escuchó”
San Lucas 10,25-37: “¿Y quién es mi prójimo?”
En la primera lectura de este día iniciamos la historia de Jonás, profeta. Pero un profeta
muy especial, diferente a todos los demás profetas, al grado que muchos de los
especialistas hasta niegan que pueda ser profeta. Algunos lo toman como un cuento,
algunos dicen que es una fábula o un mashal, es decir, una enseñanza. Aunque es difícil
probar la historicidad de este profeta tan especial, nos ofrece, en tonos a veces
dramáticos a veces jocosos, una gran enseñanza. La vida de Jonás puede parecerse a la
de cada uno de nosotros. Hoy se nos presenta y sin más preámbulo le dice el Señor:
“Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella que su maldad ha llegado
hasta mí”. Una gran misión encomendada por el Señor. Siempre teniendo Él la
iniciativa, siempre con proyectos de salvación y de encomiendas importantes. ¿Qué
hace Jonás? En lugar de ir a cumplir la misión ¡Sale huyendo! No le importa que Dios
lo haya escogido para una misión, no le importa que una ciudad esté en peligro de
exterminio, él no está dispuesto al compromiso ni al riesgo de predicar la palabra,
prefiere huir. Esto me hace pensar en muchos de nosotros que a diario estamos
recibiendo la misión de parte de Dios y que sin embargo no la queremos aceptar, por
muchas razones, y preferimos huir. Así veamos la grandeza de la propuesta de Dios, así
veamos la gravedad de las circunstancias que está viviendo su pueblo, preferimos la
huida y no aceptar responsabilidades. Preferimos no ver la situación y nos alejamos
tanto de Dios como del pueblo que está en problemas. En el mismo pasaje de este día
encontramos lo que casi todos sabemos de Jonás: en su huida sube a un barco que es
azotado por una tormenta. Aquellos marineros, asustados ante el peligro entienden ha
algo extraño y todos empiezan a buscar e invocar a su dios. Sólo el verdadero culpable,
Jonás, queda dormido e indiferente. Es obligado a confesar y arrojado en el mar donde
es tragado por una ballena. Nosotros nos parecemos muchas veces a Jonás, aunque
somos causantes y hemos provocado problemas, nos hacemos los desentendidos y
dejamos que el mal se extienda y multiplique. Continuaremos con la historia de Jonás,
pero hoy quedan preguntas en nuestro corazón: ¿Cuál es la misión que nos pide el
Señor? ¿Cómo le estamos respondiendo? ¿Nos escondemos y huimos de las
responsabilidades? ¿No somos consecuentes con nuestros actos y dejamos que
perjudiquen a los demás? Hoy hagamos un momento de reflexión delante del Señor. ¿Qué nos pide hoy el Señor?
By DeDosEnDos Comunidad Digital De Evangelizacion6 octubre
San Bruno
Jonás 1,1-2,1-11: "Se levantó Jonás para huir lejos del Señor”
Interleccional Jonás 2,3-8: “En el peligro invoqué al Señor y él me escuchó”
San Lucas 10,25-37: “¿Y quién es mi prójimo?”
En la primera lectura de este día iniciamos la historia de Jonás, profeta. Pero un profeta
muy especial, diferente a todos los demás profetas, al grado que muchos de los
especialistas hasta niegan que pueda ser profeta. Algunos lo toman como un cuento,
algunos dicen que es una fábula o un mashal, es decir, una enseñanza. Aunque es difícil
probar la historicidad de este profeta tan especial, nos ofrece, en tonos a veces
dramáticos a veces jocosos, una gran enseñanza. La vida de Jonás puede parecerse a la
de cada uno de nosotros. Hoy se nos presenta y sin más preámbulo le dice el Señor:
“Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella que su maldad ha llegado
hasta mí”. Una gran misión encomendada por el Señor. Siempre teniendo Él la
iniciativa, siempre con proyectos de salvación y de encomiendas importantes. ¿Qué
hace Jonás? En lugar de ir a cumplir la misión ¡Sale huyendo! No le importa que Dios
lo haya escogido para una misión, no le importa que una ciudad esté en peligro de
exterminio, él no está dispuesto al compromiso ni al riesgo de predicar la palabra,
prefiere huir. Esto me hace pensar en muchos de nosotros que a diario estamos
recibiendo la misión de parte de Dios y que sin embargo no la queremos aceptar, por
muchas razones, y preferimos huir. Así veamos la grandeza de la propuesta de Dios, así
veamos la gravedad de las circunstancias que está viviendo su pueblo, preferimos la
huida y no aceptar responsabilidades. Preferimos no ver la situación y nos alejamos
tanto de Dios como del pueblo que está en problemas. En el mismo pasaje de este día
encontramos lo que casi todos sabemos de Jonás: en su huida sube a un barco que es
azotado por una tormenta. Aquellos marineros, asustados ante el peligro entienden ha
algo extraño y todos empiezan a buscar e invocar a su dios. Sólo el verdadero culpable,
Jonás, queda dormido e indiferente. Es obligado a confesar y arrojado en el mar donde
es tragado por una ballena. Nosotros nos parecemos muchas veces a Jonás, aunque
somos causantes y hemos provocado problemas, nos hacemos los desentendidos y
dejamos que el mal se extienda y multiplique. Continuaremos con la historia de Jonás,
pero hoy quedan preguntas en nuestro corazón: ¿Cuál es la misión que nos pide el
Señor? ¿Cómo le estamos respondiendo? ¿Nos escondemos y huimos de las
responsabilidades? ¿No somos consecuentes con nuestros actos y dejamos que
perjudiquen a los demás? Hoy hagamos un momento de reflexión delante del Señor. ¿Qué nos pide hoy el Señor?