El escritor y científico Liechtenberg denunció ya en el siglo XVIII que aún nadie se había atrevido a escribir la historia de los hombres que duermen. En pleno siglo XXI dicha historia sigue sin escribirse a pesar de los positivos estudios psicoanalíticos emprendidos por Freud y Jung. Sueño y vigilia, dos realidades porosas, entrecruzadas que se retroalimentan y hacen de nuestra existencia un campo multitemporal. En estos dos mundos hay algo que nunca duerme, la música. En ella encontramos la máxima expresión de la creatividad relacionada con el arte y es la que tiene el poder de romper la idea de tiempo cronológico. Un sueño creador que evocando a la filósofa María Zambrano hace del onirismo y su escucha realidades inseparables para desde ahí crear otras nuevas y a su vez intensificarlas.

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