La restauración de Dios hacia su pueblo representa el cumplimiento del propósito redentor de Dios. Después de un tiempo de juicio y separación, el Señor muestra su misericordia al volver a llenar el templo con su gloria, señal de que la comunión rota por el pecado ha sido restaurada. Esta restauración no se limita a una reconstrucción física, sino que implica una renovación espiritual. El pueblo de Dios es purificado, el culto verdadero es restablecido y la presencia de Dios vuelve a ser el centro de su vida. Solo Cristo hace posible que el hombre vuelva a tener acceso a la presencia de Dios, solo por Él llegará el día en que Dios morará para siempre con su pueblo en una relación perfecta y eterna.