¿Qué oímos cuando no oímos nada? La teoría de que el
silencio no existe, de que incluso los ultrasonidos se manifiestan en sus fases
más espectrales cobra más sentido cuando aparecen materiales altamente
sensitivos e hipnóticos como el álbum debut de Ezmeralda. Y
es que el nuevo álter ego del artista colombiano Nicolás Vallejo, que durante
antes capitaneó la banda de cumbia gótica La MiniTK del Miedo, ha encontrado en
las visiones del inconsciente su luz más nítida.
Ese es el espacio que ocupan los casi tres cuartos de
hora que dura el “Patrimonio Inmaterial de la Nada”: un espacio hipnagógico, ambiental
pero, sobre todo, espectral. Esa es la palabra que mejor define las texturas
con las que juega Ezmeralda en este disco; pero espectros autóctonos. Y es que,
aunque el tratamiento y la producción juegue con esa música ambient, drone y
lowercase orgánica, lo cierto es que los ritmos que se manifiestan detrás
aluden a cierta música ritual, tribal, que se acerca a una cumbia fantasmal en
algunas canciones, a cantos tribales, a folclore ancestral.
Se habla de “peregrinaciones al sol, marchas oscuras de
espíritus cumbieros, estados de éxtasis místico alcanzados a través de
meditaciones de YouTube, ascensos al cielo de leyendas vallenatas” y mil alegatos
que sí, son ciertos. Pero la realidad es que Ezmeralda ha alcanzado este
nivel de consciencia sonora cazando no solo su ‘yo’ interior, sino también desarrollando
una imaginación tan poderosa que nos lleva de viaje a través de una suerte de
post-mundo alegórico, tan cierto como ficticio.
Alan Queipo.