Muchas veces pensamos que hay personas que no son dignas de recibir el evangelio. Quizás conozcas personas como estás: drogadictas, alcohólicas, prostitutas, homosexuales, ladrones, chismosos, pelioneros. Hoy la palabra de Dios los muestras que para Él no hay acepción de personas. Cristo murió por todos, todos son merecederos de su gracia y de su amor.