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Palabra de Dios: El amor hacia los enemigos.
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5:38-48
Perlas: ¿Amar a mis enemigos? ¿En serio? ¿Eso suena imposible, verdad? Recuerdo cuando era niña que cuando mis hermanos me hacían cualquier cosa y yo salía corriendo detrás de ellos o los amenazaba con decirle a mi mamá, ellos me decían: “No nena, no, la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Dios tiene su sentido del humor…y desde niña me quería entregar esta gran enseñanza, la cual hasta el día de hoy sigo entendiendo y aprendiendo. De hecho, creo que es uno de los retos más difíciles de alcanzar, en nuestra humanidad, prácticamente imposible.
Es el mandamiento más controversial que Jesús nos dejó. Este es el mandamiento más difícil que Jesús nos dejó. Sin lugar a discusiones, solo se puede vivir en un nivel sobrenatural, más allá de la humanidad, en el que somos capaces algún día de amar como Dios nos ama.
Existe una gran mentira que dice que el tiempo sana las heridas…¡Al contrario! El tiempo infecta las heridas...Solo SANAS SI PERDONAS, y solo tú puedes decidir perdonar, lo cual no es una opción si quieres tener una vida en libertad, fructífera, si quieres ver el respaldo de Dios sobre tu vida, Sus promesas cumplidas, Su unción sobre ti, etc.
¿Cuántos confiesan que son culpables de sentir un “fresquito” cuando ven películas donde hay venganza? Si eres un ser humano, me imagino que estás confesando que sí. Somos humanos. Todos fantaseamos con la venganza, en el corazón de todos ha habido resentimientos, odio, deseos de venganza. Y la instrucción de Jesús de amar a los enemigos, no es que no la podamos entender, sino que NO lo queremos hacer.
Desde que llegué al cristianismo, 1996, oraba pidiéndole al Señor: “Padre, enséñame a amar como Tú amas. Enséñame a ver a las personas como Tú las ves”. Nueve años después, año 2005, a los pocos días de haber escuchado la confesión del adulterio de mi esposo, tirada en una cama, sufriendo una herida de muerte, pensando que mi vida había terminado y pidiéndole a Dios que me llevara, escuché Su voz diciéndome: “Esta es tu oportunidad para aprender a amar como Yo amo. Yo amo a los que me odian, a los que me rechazan, a los que me traicionan, a los que se burlan de mí, a los que me escupen en la cara, y a los que me abandonan.”
Leer completo en nuestra App: https://urlgeni.us/0MujO
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Palabra de Dios: El amor hacia los enemigos.
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5:38-48
Perlas: ¿Amar a mis enemigos? ¿En serio? ¿Eso suena imposible, verdad? Recuerdo cuando era niña que cuando mis hermanos me hacían cualquier cosa y yo salía corriendo detrás de ellos o los amenazaba con decirle a mi mamá, ellos me decían: “No nena, no, la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Dios tiene su sentido del humor…y desde niña me quería entregar esta gran enseñanza, la cual hasta el día de hoy sigo entendiendo y aprendiendo. De hecho, creo que es uno de los retos más difíciles de alcanzar, en nuestra humanidad, prácticamente imposible.
Es el mandamiento más controversial que Jesús nos dejó. Este es el mandamiento más difícil que Jesús nos dejó. Sin lugar a discusiones, solo se puede vivir en un nivel sobrenatural, más allá de la humanidad, en el que somos capaces algún día de amar como Dios nos ama.
Existe una gran mentira que dice que el tiempo sana las heridas…¡Al contrario! El tiempo infecta las heridas...Solo SANAS SI PERDONAS, y solo tú puedes decidir perdonar, lo cual no es una opción si quieres tener una vida en libertad, fructífera, si quieres ver el respaldo de Dios sobre tu vida, Sus promesas cumplidas, Su unción sobre ti, etc.
¿Cuántos confiesan que son culpables de sentir un “fresquito” cuando ven películas donde hay venganza? Si eres un ser humano, me imagino que estás confesando que sí. Somos humanos. Todos fantaseamos con la venganza, en el corazón de todos ha habido resentimientos, odio, deseos de venganza. Y la instrucción de Jesús de amar a los enemigos, no es que no la podamos entender, sino que NO lo queremos hacer.
Desde que llegué al cristianismo, 1996, oraba pidiéndole al Señor: “Padre, enséñame a amar como Tú amas. Enséñame a ver a las personas como Tú las ves”. Nueve años después, año 2005, a los pocos días de haber escuchado la confesión del adulterio de mi esposo, tirada en una cama, sufriendo una herida de muerte, pensando que mi vida había terminado y pidiéndole a Dios que me llevara, escuché Su voz diciéndome: “Esta es tu oportunidad para aprender a amar como Yo amo. Yo amo a los que me odian, a los que me rechazan, a los que me traicionan, a los que se burlan de mí, a los que me escupen en la cara, y a los que me abandonan.”
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