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Palabra de Dios: “¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta convertirme en una carga para mí mismo?¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no existiré.” Job 7:19-21
Perlas: ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Son preguntas muy comunes, que si somos honestos podemos reconocer que las hemos hecho en más de una oportunidad en la vida, particularmente cuando la vida duele, cuando lo que jamás cruzó por tu mente…llega, y el shock es tan grande que tu alma queda enmudecida. No sabes qué pensar, ni qué decir, no quieres decir cosas incorrectas ni ofender a Dios, pero tampoco puedes callar el pensamiento que grita dentro de ti: ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Qué hice para merecer esto?
No se trata de que tengamos falsas expectativas de que la vida sea perfecta, todos sabemos que en la vida tendremos luchas, pero es que a veces la carga es demasiado pesada, tan pesada que sentimos que no sobreviviremos, y es a penas natural que surjan preguntas en nuestro corazón. ¿Por qué Señor? ¿Por qué está pasando esto si yo te entregué todo, si yo me he rendido por completo…¿por qué? Son preguntas naturales…y Dios lo sabe…Él es nuestro Padre. Él tiene compasión de nuestra humanidad, de nuestra visión corta y de nuestra poca fuerza. Definitivamente sí podemos y necesitamos tener estas conversaciones con Él, mientras que no estemos cuestionando Su carácter, ni Su soberanía. Allí he observado que muchos se equivocan porque pierden la reverencia, el respeto y el temor de Dios, y ese sí que es un lugar muy peligroso, lo sé porque estuve allí.
Entonces, ¿está mal preguntarle a Dios POR QUÉ A MÍ? Pues qué te digo…tal vez no sea la pregunta más ideal ni la más espiritual, pero creo que todos en algún momento la hemos hecho. La condición, el estado y la motivación del corazón de quien hace la pregunta, eso marca toda la diferencia…y eso solo lo puede ver Dios, pero la realidad es esa, todos lo hemos hecho.
¿Alguien en la Biblia se atrevió a hacer este tipo de preguntas a Dios? Muchos. De hecho, prácticamente sería mejor preguntar quién NO le hizo este tipo de preguntas a Dios. Así que no pienses que tú eres el único que piensa estas cosas, no estás solo. Son preguntas reales y sinceras. De hecho, Dios siempre nos está invitando a acercarnos a Él, a ser honestos con Él, a que vengamos a Él con nuestras cargas, preocupaciones, preguntas…como todo hijo puede hacer cuando tiene un buen padre…y tú y yo tenemos al mejor de los padres!!
De algo estoy convencida, lo que Dios menos quiere es que nos alejemos de Él en medio de los tiempos difíciles, no quiere que cuestionemos o dudemos de Su amor por nosotros ni de Su bondad. Y si nos callamos esas preguntas y todas esas emociones fuertes que se levantan en medio de las crisis…estamos poniendo en peligro nuestra relación con Dios. Acerquémonos a Él confiadamente…Él nos está esperando siempre con los brazos abiertos para abrazarnos y Sus oídos listos para escucharnos.
Hoy leímos una porción de las conversaciones de Job con Dios. La vida y el sufrimiento de Job son muy conocidos por todos los creyentes, sin embargo, es una historia que a muchos les da temor leer y adentrarse…hasta que llega el sufrimiento y Dios mismo nos lleva a sumergirnos en el corazón de Job, un lugar en la Palabra donde encontramos grandes tesoros acerca del propósito del sufrimiento en la vida de un hijo de Dios. El caso de Job es el típico caso “inexplicable” de una cosa mala tras otra ocurriendo en la vida de una persona buena. Dios mismo dijo de Job que era un hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
A pesar de perderlo todo, Job continuó aferrado a lo que Él conocía del carácter de Dios y Su bondad...
Lee completo este devocional descargando nuestra app: https://urlgeni.us/0MujO
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Palabra de Dios: “¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta convertirme en una carga para mí mismo?¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no existiré.” Job 7:19-21
Perlas: ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Son preguntas muy comunes, que si somos honestos podemos reconocer que las hemos hecho en más de una oportunidad en la vida, particularmente cuando la vida duele, cuando lo que jamás cruzó por tu mente…llega, y el shock es tan grande que tu alma queda enmudecida. No sabes qué pensar, ni qué decir, no quieres decir cosas incorrectas ni ofender a Dios, pero tampoco puedes callar el pensamiento que grita dentro de ti: ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Qué hice para merecer esto?
No se trata de que tengamos falsas expectativas de que la vida sea perfecta, todos sabemos que en la vida tendremos luchas, pero es que a veces la carga es demasiado pesada, tan pesada que sentimos que no sobreviviremos, y es a penas natural que surjan preguntas en nuestro corazón. ¿Por qué Señor? ¿Por qué está pasando esto si yo te entregué todo, si yo me he rendido por completo…¿por qué? Son preguntas naturales…y Dios lo sabe…Él es nuestro Padre. Él tiene compasión de nuestra humanidad, de nuestra visión corta y de nuestra poca fuerza. Definitivamente sí podemos y necesitamos tener estas conversaciones con Él, mientras que no estemos cuestionando Su carácter, ni Su soberanía. Allí he observado que muchos se equivocan porque pierden la reverencia, el respeto y el temor de Dios, y ese sí que es un lugar muy peligroso, lo sé porque estuve allí.
Entonces, ¿está mal preguntarle a Dios POR QUÉ A MÍ? Pues qué te digo…tal vez no sea la pregunta más ideal ni la más espiritual, pero creo que todos en algún momento la hemos hecho. La condición, el estado y la motivación del corazón de quien hace la pregunta, eso marca toda la diferencia…y eso solo lo puede ver Dios, pero la realidad es esa, todos lo hemos hecho.
¿Alguien en la Biblia se atrevió a hacer este tipo de preguntas a Dios? Muchos. De hecho, prácticamente sería mejor preguntar quién NO le hizo este tipo de preguntas a Dios. Así que no pienses que tú eres el único que piensa estas cosas, no estás solo. Son preguntas reales y sinceras. De hecho, Dios siempre nos está invitando a acercarnos a Él, a ser honestos con Él, a que vengamos a Él con nuestras cargas, preocupaciones, preguntas…como todo hijo puede hacer cuando tiene un buen padre…y tú y yo tenemos al mejor de los padres!!
De algo estoy convencida, lo que Dios menos quiere es que nos alejemos de Él en medio de los tiempos difíciles, no quiere que cuestionemos o dudemos de Su amor por nosotros ni de Su bondad. Y si nos callamos esas preguntas y todas esas emociones fuertes que se levantan en medio de las crisis…estamos poniendo en peligro nuestra relación con Dios. Acerquémonos a Él confiadamente…Él nos está esperando siempre con los brazos abiertos para abrazarnos y Sus oídos listos para escucharnos.
Hoy leímos una porción de las conversaciones de Job con Dios. La vida y el sufrimiento de Job son muy conocidos por todos los creyentes, sin embargo, es una historia que a muchos les da temor leer y adentrarse…hasta que llega el sufrimiento y Dios mismo nos lleva a sumergirnos en el corazón de Job, un lugar en la Palabra donde encontramos grandes tesoros acerca del propósito del sufrimiento en la vida de un hijo de Dios. El caso de Job es el típico caso “inexplicable” de una cosa mala tras otra ocurriendo en la vida de una persona buena. Dios mismo dijo de Job que era un hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
A pesar de perderlo todo, Job continuó aferrado a lo que Él conocía del carácter de Dios y Su bondad...
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