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Palabra de Dios: “Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lema sabactani? —que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Mateo 27:46 NVI
Perlas: Jesús nos entiende perfectamente cuando esta pregunta sale del fondo de nuestro corazón; lo entiende porque Él lo sintió, lo vivió e hizo la pregunta. Jesús tomó nuestro lugar en la cruz y tuvo que sufrir por un único momento en su vida el estar separado del Padre. Todo nuestro pecado cayó sobre Él, y dentro de ese pecado estaban incluídas nuestra dudas y cuestionamientos acerca del amor y la fidelidad del Padre, y el pensar/sentir que puede abandonarnos, o que nos ha abandonado y que está incumpliendo Sus promesas.
Ver esta escena de Jesús en la cruz sintiéndose abandonado por el Padre y preguntándole ¿por qué?, nos abre los ojos ante una realidad espiritual hermosa…tenemos la libertad de preguntarle al Padre, ¿por qué?. No es que esta sea la pregunta ideal, pero es la pregunta natural en nuestra humanidad. Y Jesús mismo lo vivió. Jesús clamó al Padre…¿Por qué me has abandonado? Esa pregunta ha estado en mi corazón en algunos momentos de mi vida…y muy seguramente en tu corazón también…y Jesús y el Padre nos entienden y nos ven con ojos de amor e infinita misericordia.
Es impresionante observar todo esto. Jesús sabía que venía a este mundo a cumplir con la gran misión de ir a la cruz para salvarnos, perdonarnos, sanarnos y reconciliarnos con el Padre. Sabía todo lo que viviría, conocía el precio que tendría que pagar. Sabía de la cruz y sabía que al tercer día resucitaría, y que al Padre volvería después de haber completado Su obra. Y así fue. Sin embargo, en Getsemaní le pidió al Padre, angustiado hasta la muerte, sudando gotas de sangre, que “apartara de Él esa copa, pero que se hiciera Su voluntad y no la de Él.” Wow…es que Jesús era 100% Dios y 100% hombre. Él estaba angustiado por el gran sufrimiento físico, emocional y espiritual que le venía, y sintió lo que todos sentimos, y puso en palabras lo que todos en momentos así queremos decir.
Yo recuerdo haberle dicho a Dios “aparta de mí esta copa” varias veces, durante los momentos más dolorosos de mi vida, suplicándole que suspendiera, que acabara YA todo el dolor, que resolviera YA todos los problemas, que se vengara YA por mí y por mis hijas, YA…pero al mismo tiempo decir, pero que se haga Tu voluntad y no la mía. Cuando el Espíritu Santo me revelaba estas cosas en mi corazón, también me recordaba que después de Getsemaní y después de la cruz, vino la resurrección. Después de soportar grandes sufrimientos en obediencia, en adoración, en fe, creyendo sin dudar en Su amor y misericordia y en que TODO tiene un propósito precioso y perfecto…después viene la resurrección…vamos a ver Su gloria.
Me conmueve hasta la última fibra de mi ser ver estos dos momentos de Jesús: Primero pidiendo que se fuera removida la tarea y el sufrimiento, y después preguntándole al Padre que por qué lo había abandonado. Wow…exactamente lo que yo he vivido, y tal vez tú también. ¡Gloria a Dios por que Jesús aceptó la voluntad del Padre y aceptó permanecer en la misión hasta completarla! ¡Gloria a Dios por la resurrección! El sufrimiento no dura para siempre. El sufrimiento de Jesús y de todos los que hemos creído en Él tiene grandes propósitos. Los tres días pasarán y veremos Su gloria. Es una leve tribulación momentánea. Sufrimos por un poco tiempo. Puedes estar seguro, este tiempo difícil que estás viviendo, y me lo hablo a mí misma, este tiempo difícil va a terminar; soportémoslo con paciencia, en adoración, en gratitud, en celebración anticipada por la gran gloria que veremos.
Podcast original de canaanusa.org & Liliana García
Lee completo este devocional descargando nuestra app: https://urlgeni.us/0MujO
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Palabra de Dios: “Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lema sabactani? —que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Mateo 27:46 NVI
Perlas: Jesús nos entiende perfectamente cuando esta pregunta sale del fondo de nuestro corazón; lo entiende porque Él lo sintió, lo vivió e hizo la pregunta. Jesús tomó nuestro lugar en la cruz y tuvo que sufrir por un único momento en su vida el estar separado del Padre. Todo nuestro pecado cayó sobre Él, y dentro de ese pecado estaban incluídas nuestra dudas y cuestionamientos acerca del amor y la fidelidad del Padre, y el pensar/sentir que puede abandonarnos, o que nos ha abandonado y que está incumpliendo Sus promesas.
Ver esta escena de Jesús en la cruz sintiéndose abandonado por el Padre y preguntándole ¿por qué?, nos abre los ojos ante una realidad espiritual hermosa…tenemos la libertad de preguntarle al Padre, ¿por qué?. No es que esta sea la pregunta ideal, pero es la pregunta natural en nuestra humanidad. Y Jesús mismo lo vivió. Jesús clamó al Padre…¿Por qué me has abandonado? Esa pregunta ha estado en mi corazón en algunos momentos de mi vida…y muy seguramente en tu corazón también…y Jesús y el Padre nos entienden y nos ven con ojos de amor e infinita misericordia.
Es impresionante observar todo esto. Jesús sabía que venía a este mundo a cumplir con la gran misión de ir a la cruz para salvarnos, perdonarnos, sanarnos y reconciliarnos con el Padre. Sabía todo lo que viviría, conocía el precio que tendría que pagar. Sabía de la cruz y sabía que al tercer día resucitaría, y que al Padre volvería después de haber completado Su obra. Y así fue. Sin embargo, en Getsemaní le pidió al Padre, angustiado hasta la muerte, sudando gotas de sangre, que “apartara de Él esa copa, pero que se hiciera Su voluntad y no la de Él.” Wow…es que Jesús era 100% Dios y 100% hombre. Él estaba angustiado por el gran sufrimiento físico, emocional y espiritual que le venía, y sintió lo que todos sentimos, y puso en palabras lo que todos en momentos así queremos decir.
Yo recuerdo haberle dicho a Dios “aparta de mí esta copa” varias veces, durante los momentos más dolorosos de mi vida, suplicándole que suspendiera, que acabara YA todo el dolor, que resolviera YA todos los problemas, que se vengara YA por mí y por mis hijas, YA…pero al mismo tiempo decir, pero que se haga Tu voluntad y no la mía. Cuando el Espíritu Santo me revelaba estas cosas en mi corazón, también me recordaba que después de Getsemaní y después de la cruz, vino la resurrección. Después de soportar grandes sufrimientos en obediencia, en adoración, en fe, creyendo sin dudar en Su amor y misericordia y en que TODO tiene un propósito precioso y perfecto…después viene la resurrección…vamos a ver Su gloria.
Me conmueve hasta la última fibra de mi ser ver estos dos momentos de Jesús: Primero pidiendo que se fuera removida la tarea y el sufrimiento, y después preguntándole al Padre que por qué lo había abandonado. Wow…exactamente lo que yo he vivido, y tal vez tú también. ¡Gloria a Dios por que Jesús aceptó la voluntad del Padre y aceptó permanecer en la misión hasta completarla! ¡Gloria a Dios por la resurrección! El sufrimiento no dura para siempre. El sufrimiento de Jesús y de todos los que hemos creído en Él tiene grandes propósitos. Los tres días pasarán y veremos Su gloria. Es una leve tribulación momentánea. Sufrimos por un poco tiempo. Puedes estar seguro, este tiempo difícil que estás viviendo, y me lo hablo a mí misma, este tiempo difícil va a terminar; soportémoslo con paciencia, en adoración, en gratitud, en celebración anticipada por la gran gloria que veremos.
Podcast original de canaanusa.org & Liliana García
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