Dios desea que cada uno de sus hijos manifieste una actitud de fidelidad a él, sin importar el contexto de la tempestad que esté atravesando, esto puede ser provocada por nuestras propias decisiones, un trato directo de Dios, con nosotros, una forma de oposición espiritual, incluso decisiones de terceros, con las cuales buscan afectarnos; ante este panorama, Dios sigue estando en control, y él desea que a través de las pruebas seamos transformados y nos convirtamos en creyentes: maduros y fructíferos.