32 - ¿Para qué debe usar la autoridad el pastor?
2 Corintios 10:7-11
“Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré; para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes.”
1.Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, llamó la atención fuertemente a la iglesia por su mala conducta. Desde pecados de inmoralidad, mal comportamiento en el tiempo de la Cena del Señor, problemas matrimoniales, idolatría, conflictos, en fin; fueron muchos los problemas abordados por Pablo, a tal punto, que como él mismo reconoció en esta Segunda Carta, que había utilizado gran firmeza, pero el propósito era llevar al arrepentimiento y al cambio piadoso de los hermanos (2 Co. 7:7-9).
2.Continuando con el tema de su defensa ante aquellos que le acusaban de ser fuerte en cartas y débil en persona (v. 9, 10), Palo les recuerda a los hermanos en la iglesia que no solamente su vida le pertenece a Cristo desde el día de su salvación, sino que él había recibido la autoridad de Cristo para servir como ministro (v. 8; Comp. Hch. 13:1-3; 26:12-18; 2 Ti. 1:8-11).
3.Pero Pablo, haciendo aseveración de su autoridad como ministro del Señor, indica firmemente que el propósito de su autoridad es la “edificación” del creyente, no la “destrucción”. Él quería recordarles que el propósito constante de su ministerio, su amor y dedicación por ellos, ha sido el edificar creyentes para Cristo, y para lo cual hacía uso de las “armas” espirituales con las cuales Dios le había provisto (2 Co. 10:4).
4.Pablo no tenía pena en usar su autoridad si era necesario para callar aquellos que estaban menospreciándolo y afectando con malas enseñanzas a la iglesia, y si era necesario, iría con firmeza nuevamente para enfrentar a los acusadores (v. 10-11).
El mal uso de la autoridad se observa en muchas esferas de la vida: Política, gubernamental, laboral, familiar, etc., aún en las iglesias. El aprovechamiento de esa posición que brinda ciertos privilegios sobre otros, y que le otorga cierto “dominio” sobre alguna área o grupo de personas, hace que aquellos en autoridad tomen ventajas de sus prerrogativas para uso propio o para menoscabo de otros.
El mismo Señor Jesucristo, alertando a sus discípulos sobre el riesgo de una mala perspectiva de la autoridad, les advierte que, si alguien va a llegar a estar en alguna posición de autoridad, debe ir con el propósito, no de enseñorearse o ejercer “potestad” , sino de servir en beneficio de los demás (Mr. 10:35-45).
En el caso del pastor o líder en la iglesia, el propósito por el que Dios ha designado a ciertos hermanos como tales, es para que ellos lleguen a servir con el deseo de edificar a la iglesia. Pablo, en su carta a los hermanos en Éfeso, nos recuerda que el propósito de tener a los diferentes líderes espirituales es para que ellos ayuden a edificar a los miembros de iglesia (Ef. 4:11, 12 y 16; Comp. 2 Co. 10:8).
Por otro lado, cada uno de los miembros de la iglesia debemos honrar esa autoridad, cuando ella es usada apropiadamente, porque nuestros líderes están puestos ahí para nuestra “edificación”, por lo que su enseñanza y exhortación debe ser considerada como válida y aceptada con agrado, sabiendo que ellos quieren nuestro bienestar, no nuestra “destrucción”.
Pidamos a Dios que siempre nos mantenga acompañados de líderes piadosos, que usen su autoridad debidamente; y...