Igual que sucedió con el reggaetón, la
ceremonia de los Grammy Latinos ha sido el escaparate donde el regional
mexicano (un término muy amplio, que va de la ranchera
a la música mariachi y propuestas modernas como los
corridos tumbados) ha confirmado su alcance
global. Allí triunfó Flor de Toloache en 2020 llevando el género a un paso
más allá, compitiendo ya no sólo en los premios especializados sino también
junto a Rosalía o Bad Bunny por el mejor disco alternativo con
‘Indestructible’.
Vivimos en la era donde se sublima lo local por
su alcance universal y los artistas se esfuerzan por encontrar lo que les hace
diferentes. Todo esto juega a favor de Flor de Toloache,
una banda veterana que en los últimos cinco años, coincidiendo con la explosión
de los sonidos latinos y en español, se ha convertido en un icono
transversal que lo mismo gira por Europa de telonera del pope indie Dan
Auerbach que aparece en el disco de Bertín Osborne ‘Yo debí enamorarme de tu
madre’, protagoniza los Tiny Desk de la NPR o pone patas arriba el programa de
Jools Holland.
Hoy Flor de Toloache es mucho más que ese
titular que le pusieron en sus inicios allá por 2008: “la primera banda íntegra
de mujeres mariachi”. Desde su base de
operaciones en Nueva York, este combo multicultural (por el que corre sangre de
México, Estados Unidos, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Cuba,
Alemania, Italia y hasta Australia) es el de unas auténticas súper estrellas.
En su nuevo álbum parten de la tradición
mexicana (mantienen la estética, la forma de cantar e instrumentos como el
guitarrón, la trompeta, el violín y la vihuela) y se atreven con versiones
desprejuiciadas de himnos rock como ‘Clandestino’ (Manu Chao), ‘Florecita
rockera’ (Aterciopelados), ‘La tierra’ (Ekhymosis) y ‘De música ligera’ (Soda
Stereo) trazando, de paso, un camino que recorre las venas de la música
latinoamericana.
José Fajardo.