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A veces… la vida nos pone de rodillas.
No porque quiera destruirnos, sino porque es la mejor posición para mirar al cielo.
Hay días en que la fuerza se apaga, en que el corazón late, pero el alma se siente cansada.
Y ahí, justo ahí, Dios nos susurra:
“Fortalécete en mí.”
No en tus habilidades.
No en tu dinero.
No en la aprobación de la gente.
Sino en Mí, dice el Señor.
Porque hay una fuerza que no se compra, no se mide, no se ve...
pero te levanta cuando ya no puedes más.
¿Sabes por qué a veces Dios permite que llegues al límite?
Porque mientras creas que puedes solo, nunca conocerás el poder de Su fuerza.
Él no quiere verte roto,
quiere verte rendido.
Porque solo un corazón rendido puede ser lleno del poder del cielo.
By DANILO ANDRES GERONIMO CASTROA veces… la vida nos pone de rodillas.
No porque quiera destruirnos, sino porque es la mejor posición para mirar al cielo.
Hay días en que la fuerza se apaga, en que el corazón late, pero el alma se siente cansada.
Y ahí, justo ahí, Dios nos susurra:
“Fortalécete en mí.”
No en tus habilidades.
No en tu dinero.
No en la aprobación de la gente.
Sino en Mí, dice el Señor.
Porque hay una fuerza que no se compra, no se mide, no se ve...
pero te levanta cuando ya no puedes más.
¿Sabes por qué a veces Dios permite que llegues al límite?
Porque mientras creas que puedes solo, nunca conocerás el poder de Su fuerza.
Él no quiere verte roto,
quiere verte rendido.
Porque solo un corazón rendido puede ser lleno del poder del cielo.