Esto, es una historia real. Camino por la ciudad de Amberes, en Bélgica.
Una fuerte lluvia me cala hasta los huesos, pero me da igual, necesito verlo, necesito estar allí.
Llegó a una especie de pequeño acantilado artificial, construido para mantener al río a raya. Cientos de metros allá, en el horizonte, se divisa la otra orilla del río, que viajaba con violencia de izquierda a derecha.
Me encantaba aquel lugar, totalmente oscuro, el agua parece petroleo. y las únicas luces son la luna y alguna farola solitaria, que poca luz arroja.
Un lugar en el que desahogarse, en el que llorar, mi lugar.
Esa noche, iba a ser, muy especial. Esa noche, iba a sentir miedo. Pánico, más bien.