Toda causa tiene su efecto.
Toda acción tiene su reacción.
Toda elección, decisión, actividad, tiene su consecuencia o resultado.
A partir del entendimiento de estos principios básicos es posible generar presencia y crear modos de comportamiento que nos lleven a encontrar hábitos de conducta apropiados para a través de un desarrollo cognitivo analizar nuestras acciones, antes de simplemente dejarnos llevar o ponernos en marcha de modo impulsivo o irracional.
Ahora bueno, recuerdan que hable de generar precencia.
Hay varios términos que estaré utilizando en cada mensaje que comparta con ustedes por lo que es necesario lograr primero que se familiaricen con aquellos “generar presencia” por ejemplo hace referencia a la capacidad para monitorear constantemente nuestras acciones o estar atentos a ellas antes de realizarlas.
Vuelvo al tema: causa y efecto.
Nuestra vida no es más que el conjunto de consecuencias de las elecciones o decisiones pasadas por las que algún día optamos.
Asi también, nuestro futuro dependerá de los caminos que elegimos recorrer hoy.
Y aquí viajo a través del tiempo para llegar a Noviembre del año 2009, cuando mi vida llega a una de las etapas más caóticas, poca o ninguna producción económica, inestabilidad emocional es decir me sumerjo en un estado de depresión y además dejo mi hogar para practicamente no tener donde vivir, fueron sin duda tiempos retantes
Constantemente me ven realizar
Así, mantener una mentalidad crítica, racional y optimista, nos facilitará la elección de tales senderos, en pro de alcanzar las metas que hayamos elegido proponernos. Y, claro, también nos permitirá alejarnos de aquello que definitivamente no deseamos en nuestro futuro o en nuestra actualidad.
La casualidad, para muchos, es una manera de explicar las consecuencias, y nada más. Explican los sucesos como la consecuencia de las acciones. Por otro lado, muchos se inclinan hacia la creencia de un destino previamente establecido, y adjudican las bonanzas y algunos otros sucesos con fenómenos casuales.
Según las leyes de casualidad y de causa efecto, sin embargo, no existe tal cosa. No hay casualidades, sino atracciones de lo semejante. Por ello, mantener una mentalidad positiva atraerá consecuencias positivas; hacer acciones de buena fe, atraerá consecuencias bienintencionadas, y así.
Ello no quiere decir que si obramos de buena fe, no estemos expuestos a la posibilidad de sufrir percances. Podemos actuar siempre con las mejores intenciones, y aún así sufrir un choque automovilístico. Pues allí hacemos un borrón y cuenta nueva, y no nos dejamos desalentar por el percance. Lo analizaremos, sortearemos los obstáculos en lo que nos sea posible, y eliminaremos los deseos de venganza, los rencores, y la mentalidad negativa, para propiciar sucesos lo más favorables posibles.
La ley de causa y efecto no es un principio matemático ni estricto, ni menos mecánico. No es una acción/reacción física, y a veces se necesita de una buena cuota de paciencia para comprenderla en su totalidad. Se trata de aceptar que mucho de lo que nos sucede ha sido provocado por nosotros mismos, ya sea intencionalmente o no. Por ello, debemos analizar fríamente y unir los puntos conexos que han llevado a tal o cual situación, para aprender de ello y evitar cometer errores semejantes en nuestra vida.
Antes de insultar a los dioses y a la dama fortuna, debemos tener en cuenta ciertos puntos. En nuestras vidas hay sucesos de azar, lejanos de nuestro alcance. SI entramos a un casino con la mejor de las actitudes y apostamos todo a un número, si este no sale no tendrá nada que ver con nuestra actitud. Y es que no somos amos del universo, sino solamente de nuestras acciones.
Por ello, debemos aplicar la ley de causa y efecto en lo que respecta a nuestras acciones, elecciones, palabras y actividades. Lo demás, es asunto del universo.