Colombia
ha sido la historia bonita de un mundo en crisis. Mientras la polarización y el
virus del odio al diferente se expandían por el planeta, en Colombia se hablaba
de paz y esperanza. Hoy, sin
embargo, ese relato cambió (tozuda es la historia): la violencia vuelve a ser
símbolo nacional por culpa de las masacres que quedan impunes y
el asesinato de jóvenes a manos de la policía mientras el poder mira (una vez
más) para otro lado.
Es
imposible explicar el porqué de la desgracia enquistada en un país tan complejo.
Ghetto Kumbé hace una aproximación certera de lo que es ser colombiano en 2020,
de su eterna contradicción, ese claroscuro atravesado por luces y sombras.
Sus herramientas son ideales para describir una realidad tan diversa: el
discurso fragmentado y caótico, un guion alucinado, el sonido de rumbas
inagotables que se confunden con las sirenas de las fuerzas de la ley.
Tras
soltar desde hace cinco años varios EP y singles (y protagonizar algunos
conciertos memorables), en este poderoso debut en largo editado por el
prestigioso sello
de origen argentino ZZK (pionero en apostar por la cumbia digital antes de que
fuera tendencia global) este colectivo colombiano agitador de
caderas y conciencias llama al pueblo a unirse y luchar por el cambio.
Su
música es puro afro-futurismo Caribe perfilado por el bullicio creativo de la
capital de Colombia, Bogotá, ese monstruo hostil y adictivo donde coinciden en
noches inspiradoras los desplazados por la miseria y las elites que se atreven
a escapar de su burbuja,
artistas y creadores de todos los rincones de un país donde cabe un universo.
Con
tambores africanos y los beats del tropical bass, integrando con coherencia
tradición y vanguardia, inspirados en la cultura picotera tan popular en
ciudades costeñas como Barranquilla pero también en las últimas tendencias de
la escena electrónica británica,
el cantante El Guajiro (La 33, Sidestepper), el percusionista Chongo
(Ondatrópica, Totó La Momposina) y el gurú rítmico Doctor Keyta (gran conocedor
de la música y los bailes afrocolombianos) entregan una obra que captura como
ninguna otra el atribulado signo de los tiempos en su país.
José Fajardo