“Para mí tomar una foto no es desapego. Es una forma de tocar a alguien, es una caricia, creo que en realidad puedes darle a la gente acceso a su propia alma.” Nan Goldin empezó a tomarle fotos a sus amigues a los quince años y nunca paró. En sus fotografías está la búsqueda de la familia, la tribu, la identidad. Sus imágenes son el espejo roto del amor, el tiempo, la enfermedad, la obsesión, el dolor y el placer. Este episodio es dedicado a una mujer que más que interesarse por la fotografía se interesa en el arte, y utiliza su propio cuerpo, su vida, como vulnerable e imperfecta medida.