Miguel Heras ha corrido cientos de kilómetros por las montañas más duras del mundo. Lo ha hecho de noche, sin dormir y muchas veces con frío, pero siempre con una motivación intacta: el amor por el trail.
En este episodio de Grandes Hitos nos adentramos en el mundo de las carreras de ultradistancia con Miguel Heras, uno de los referentes del trail running nacional e internacional. A sus 47 años, este atleta de Béjar ha demostrado que el cuerpo y la mente pueden seguir superando límites incluso cuando muchos ya piensan en retirarse. Correr 100 kilómetros por montaña, con desniveles imposibles y durante más de 24 horas sin parar, es para él una forma de vida, una pasión que ha forjado con disciplina, instinto y un notable punto de masoquismo controlado.
Miguel nos lleva desde sus orígenes —jugando al baloncesto hasta los 18 años— hasta su evolución como corredor profesional, en un mundo en el que la soledad, el sufrimiento físico y la gestión mental se entrelazan para lograr el disfrute. Heras no esquiva los temas duros: reconoce el desgaste, los momentos de extrema fatiga, el riesgo real en entornos montañosos hostiles e incluso las pérdidas que ha vivido de cerca. Pero también reivindica el gozo profundo de conquistar la montaña, paso a paso, kilómetro a kilómetro, y sobre todo, de competir contra uno mismo.
A través de su experiencia, el episodio también explora el auge del ultratrail como fenómeno global y popular. Desde los 170 kilómetros en los Pirineos hasta la mítica ronda de Andorra, Heras repasa sus pruebas más épicas y explica qué lo mantiene motivado tras décadas de competición. Hablamos de estrategias, preparación física, alimentación, y del singular equilibrio entre la salud y el esfuerzo extremo. Además, destaca la creciente presencia femenina en este tipo de pruebas y el respeto mutuo que reina entre corredores en mitad del agotamiento.
Miguel Heras corre porque lo necesita, porque le apasiona y porque aún tiene retos por delante. Este episodio es un retrato de la resistencia como forma de estar en el mundo, de la cabeza como motor más potente que las piernas, y de un atleta que, más que competir, se lanza cada día a explorar sus propios límites. "No miro el DNI para salir a entrenar", dice. Y ese espíritu, libre, indomable y sereno, es lo que convierte cada carrera suya en un hito.
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