Resulta imposible destacar la valía de la Educación cubana sin reconocer a quienes día a día hacen realidad el sueño de un país educado y preparado para la vida. Los maestros.
Tienen estos hacedores de profesionales la inmensa tarea de preparar a las nuevas generaciones, la labor se construirles un futuro mejor donde la preparación integral los distinga.
Desde que ingresamos a las escuelas por vez primera, encontramos en los maestros el cariño y amor necesarios para transitar por la senda del conocimiento, tomados de sus manos, protegidos por su oportuno regaño, la advertencia precisa, el calor de sus corazones.
Nos llegan como bálsamos en las dificultades, se convierten en padres, madres, amigos y nos ofrecen sin miedo sus cuidados más intensos. En los maestros y profesores radica en gran medida el éxito de la Educación cubana, acostumbrados a sobreponerse a las dificultades, a buscar soluciones ante los crecientes problemas. Los vemos sonrientes cada mañana como si la realidad agobiante no existiera, como si el mundo fuera suyo y quisieran entregárnoslo.
En casa colgados quedan sus temores, miedos, sus problemas y desbordan en manantiales de amor en cada gesto, cada acción, convirtiendo en enseñanza que nos prepara para un futuro mejor.