Si existe un algoritmo para identificar el ideal de

canción comercial en 2021, aquella que repite todos los tics que enganchan hoy a

las grandes audiencias, sin demasiada chicha pero pegadiza, no es desde luego

la herramienta que ha usado Guadalupe Álvarez Luchía para grabar este disco. Las

suyas son canciones imprevisibles, que se enroscan y apuntan a infinitas

direcciones, que exigen un esfuerzo al que escucha y, a cambio, ofrecen

mogollón de sensaciones y pensamientos.

‘Terraza’ no será el disco de moda en estos tiempos en

los que triunfa lo inmediato y superficial, pero sí puede ser uno de esos

trabajos que acompañarán durante toda la vida a los que se enganchen a esa voz

susurrante y sugerente, a esos ritmos intrincados (desde sonidos de su

Argentina natal como la zamba o el candombe hasta el pop-folk alternativo) y a ese

poso filosófico que ofrecen estas 10 canciones.

Tampoco es convencional la forma y el lugar donde se

han grabado estas composiciones, tejidas durante estos últimos meses tan

raros desde el oasis de su terraza estudio en Madrid, la ciudad donde esta

artista renacentista (además de cantante y multi-instrumentista, es actriz)

vive desde hace más de una década.

 Como las buenas películas, el álbum

esconde sorpresas en cada rincón, y así es como van

apareciendo invitados con acento argentino como Julián Kartún (El Kuelgue),

Julia Ortiz (Perotá Chingó), el filósofo y divulgador Darío Sztajnszrajber o el

productor Toni Brunet (quien ha trabajado con Jorge Drexler, entre otros).

Un trabajo intimista y cargado de matices, que

logra avanzar con tiento entre la fina línea que separa lo pretencioso de lo

intelectualmente valioso, con el que la mitad del Dúo La Loba (con el que

en 2019 sorprendió gratamente junto a su aliado Calequi en ‘Verbena’, su

segundo disco) sigue ampliando el frondoso entramado de influencias y

bifurcaciones que ensanchan su carrera artística.

José Fajardo