Los capítulos 28 y 32 del Génesis hablan sobre dos experiencias espirituales que tuvo el profeta Jacob. Ambas ocurrieron en el desierto, pero bajo circunstancias muy diferentes. En la primera experiencia, Jacob viajaba a la tierra natal de su madre para buscar esposa y, por el camino, pasó la noche sobre una almohada que hizo con piedras. Es probable que no esperara encontrar al Señor en un lugar tan desolado, pero Dios se reveló a Jacob en un sueño que le cambió la vida, y Jacob declaró: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:16). Años después, Jacob volvió a hallarse en el desierto de nuevo. En esta ocasión, se dirigía de regreso a Canaán y afrontaba un encuentro —tal vez mortal— con su airado hermano Esaú. No obstante, Jacob sabía que cuando necesitaba alguna bendición, podía buscar al Señor, aun en el desierto (véase Génesis 32). Es posible que usted se halle alguna vez en su propio desierto, en busca de alguna bendición de Dios. Tal vez su desierto sea tener alguna relación difícil con la familia, como le sucedía a Jacob. Quizá se sienta alejado de Dios, o sienta que necesita alguna bendición. A veces, la bendición llega de manera inesperada; otras veces, la antecede alguna lucha. Sea cual fuere su necesidad, podrá descubrir que aun en su desierto “Jehová está en este lugar”.