1 Juan 3:1 — “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.”

¿Alguna vez te has detenido… realmente detenido… a pensar en lo que significa ser llamado hijo de Dios?

No un seguidor.

No un creyente.

No un simpatizante.

Sino hijo.

Hijo del Dios que creó el universo, el que sostiene las galaxias con un suspiro… y aun así, te llama por tu nombre.

🎧 [Transición – tono más emocional]

El apóstol Juan no escribió esto como una frase bonita para poner en un cuadro.

No.

Lo escribió maravillado, casi incrédulo, como quien ha visto el rostro del amor y no puede contener las lágrimas.

Dijo: “¡Mirad! ¡Observen! ¡Deténganse y vean!”

Porque este amor no se puede pasar por alto.

Este amor no se mide en likes, ni en aplausos, ni en méritos.

Este amor se demuestra en una cruz… y en un Padre que te adoptó cuando nadie más te quiso.