Eva y David encuentran el modo de aproximarse de nuevo el uno al otro. David abandona el agujero y Eva se lo apropia.

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Paz abandona el agujero. Eva se queda en cuerpo, pero no en espíritu.

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Nacer en un agujero no augura nada bueno.

Alguien realiza una visita destructiva a su hogar y Eva tiene una lista reducida de sospechosos.

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Eva no parece alegrarse tanto como David cuando descubre que está embarazada.

Por debajo de las celebraciones, se agitan tensiones que no terminan de llegar a la superficie.

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David no termina de comprender por qué Eva, a lo largo del día de su boda, se ha ido volviendo cada vez más taciturna, aunque quizás tenga algo que ver la fosa recién abierta en un parque de Madrid en la que van a pasar la noche... y el resto de sus vidas.

En el capítulo 2, observamos sus rutinas cotidianas en el agujero con la llegada del otoño y de la lluvia.

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