De tanto acordarse de Atenas gracias a su esclavo el susurrador, Darío gasta tres años en levantar un ejercito muy grande para subyugarla.
Esta vez, para no dar de comer carne persa a los monstruos del monte Athos, como pasó la última vez que la flota fue costeando, van directos a Ática, con paradita técnica en Eritria. Pese a quedarse Hipias sin muela al desembarcar, que lo toma como mal presagio, el resto de los persas le ignoran y marchan hacia Maratón.
Atenas envía a Filípides a Esparta a pedir ayuda (dicen que casi muere en el intento de la pechada de correr que se pegó, pero esta vez no). Pero como los espartanos estaban de romería, contestan que nada de guerras hasta después de las fiestas, que ahora están liados... Con lo que se encuentran solos ante el peligro...y a correr vaya.