Proveniente de una familia obrera y militante, el destino de Azucena siguió irremediablemente ese camino; empezó a trabajar a los 16 años, luchó toda su vida por los derechos de las y los trabajadores y, a los 53 años, se convirtió en unas de las activistas argentinas más importantes de la historia al ser una de las fundadoras de la asociación Madres de Plaza de Mayo, que desde el año 1977 se dedica a buscar a las y los desaparecidos de la última dictadura militar argentina.