Por mucho tiempo, el pueblo romano tuvo la costumbre de enterrar a sus muertos, pero poco a poco fueron cambiando a quemar los cuerpos y guardar las cenizas en pequeñas urnas.
Sin embargo, cuando Numa Pompilio murió, la gente puso su cuerpo en un sarcófago de piedra. Muchos años después, según los romanos, un granjero, mientras araba, se topó con la tumba. La abrió y en el sarcófago encontró, además de los huesos del rey, unos cuantos libros viejos. En ellos estaban escritas las leyes que Numa Pompilio había dado a su pueblo, y una relación de las ceremonias religiosas de su tiempo.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/