En las gélidas aguas del Océano Ártico durante la Segunda Guerra Mundial, los hombres lucharon no sólo contra el enemigo, sino también contra los elementos.
Entre 1941 y 1945, más de 78 convoyes se abrieron paso a través de traicioneros campos de hielo, tormentas torrenciales e implacables ataques enemigos para llevar suministros vitales a los puertos soviéticos de Murmansk y Arcángel. Entre ellos navegaba el HMS Achates, un destructor que llegaría a simbolizar tanto la determinación como el sacrificio de la Royal Navy. Su historia es un microcosmos del conflicto.