Qué difícil es levantarse de la cama sin saber para qué vivimos. Cuando perdemos el sentido de la vida todo se hace difícil y cuesta arriba. Tratamos de llenarnos y cada vez estamos más vacíos. El hombre vive, sobre todo, de sentido. Si nos falta el sentido nos falta todo. Ese sentido lo encontramos en el amor. Quien encuentra el amor ya no quiere morir. «Amar a una persona es decirle: tú nunca morirás, tú debes existir, tú no puedes morir» (G. Marcel). Si el sentido está en el amor y las personas que amamos mueren para siempre, todo acabaría en el vacío, en la nada. Salvo que llegara Alguien y venciera a esa muerte que nos roba el amor. Aquí entra Jesucristo en la historia. Él nos revela que «Dios es amor» (1Jn 4,8), el Sentido más profundo, la roca sobre la que podemos edificar toda nuestra existencia (Mt 7,24-27). Un Amor que vence la muerte y, con ello, asegura el amor eternamente. Jesús es el Pan Vivo bajado del cielo, «el que coma de este pan vivirá para siempre» (Jn 6,51-58). ¿Quieres vivir para siempre?