Hoy admiramos la grandeza inigualable de nuestro Dios recordando sus hechos portentosos recogidos en el Salmo 114. El salmista utiliza un recurso poético al personificar al mar, al río Jordán y a las montañas y al preguntarles, ¿qué visteis, qué presenciasteis que os hizo retroceder? ¿Qué, o mejor dicho, quién puede hacer que el mar se espante y que el río retroceda o que los montes tiemblen? Viajemos en el tiempo y visitemos al pueblo de Dios en su salida de Egipto para contemplar los hechos maravillosos que ocurrieron y cómo el Espíritu de Dios sigue obrando hoy en la vida de sus hijos.