El amor es extensión. Negarte a dar un regalo---por insignificante que sea---es no conocer el propósito del amor. El amor lo da todo eternamente. Si retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece, pues has pedido que un substituto ocupe su lugar. Y ahora la pugna---el substituto de la paz---no puede sino acompañar a la única alternativa que puedes elegir en lugar del amor. El que la hayas elegido es lo que le confiere toda la realidad que parece tener. Las creencias nunca se atacarán unas a otras abiertamente, ya que es imposible que se puedan producir desenlaces conflictivos. Mas una creencia que no se haya reconocido es una decisión de batallar en secreto, en la que los resultados del conflicto se mantienen ocultos y nunca se llevan ante la razón para ver si son sensatos o no.