Todo ejército que no está entrenado, y preparado, está destinado a perder la guerra. Por ese motivo Dios nos llama a vestirnos de su armadura espiritual para que cada área de nuestra vida esté resguardada y podamos librar las batallas que nos tocan protegidos.

El primer frente de batalla en todo guerra espiritual es la mente y como se defina en este lugar condicionará el resultado en otras áreas.

El hecho de que Dios nos haya dado un propósito no quiere decir que no enfrentemos dificultades, toda dificultad permitida por Dios en nuestras vidas tiene el propósito de hacernos crecer.

Los justos dan frutos que evidencian donde están plantados y dan testimonio de lo que Dios hace en la vida de aquellos que decide vivir para Él.

Como Cristianos Dios nos llama a mantenernos firmes y sin fluctuar; constantes en vivir una vida íntegra que agrade a Dios y que marque la diferencia de modo a que podamos ayudar a los demás a mantenerse firmes en la fe.

Hay principios bíblicos que Dios nos manda a seguir, de manera que podamos vivir una vida en la cual honremos a Dios, tengamos confianza en su provisión entendiendo que todo es suyo y nosotros somos mayordomos. El fin de esto es vivir en plenitud y en prosperidad en cada área de nuestra vida.

Muchos paraguayos tiene como tradición el beber el carrulim para purificarse por dentro. El ser humano en sí necesita purificarse por dentro, espiritualmente, es por ello que la palabra de Dios nos exhorta a limpiarnos por dentro a través de la misma palabra de Dios.

Nosotros podemos declarar que Jesús es nuestro amigo, pero ¿Él puede decir lo mismo de nosotros? ¿Con nuestra vida reflejamos el amigo que tenemos? Él busca amigos dispuestos a obedecer, renunciar y amarlo.

La visión es el sueño del corazón de Dios revelado al corazón del hombre para que este la ejecute; para poder entender la visión que Dios puso en nuestro corazones necesitamos desarrollar nuestros sentidos espirituales. La ceguera espiritual nos impide poder ver y entender lo que Dios quiere mostrarnos.

Dios envió al profeta Jeremías a casa del Alfarero y ahí le mostró como Él desea trabajar con nosotros, como barro en sus manos. Y hay varios principios que podemos aprender tanto del Alfarero como del barro.