Esta magnifica respuesta le permitió a Jesús revelar una gran verdad sobre esta declaración; Jesús vino a edificar su Iglesia y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán en contra de ella. Ser la Iglesia que Jesús soñó es aquella que está cimentada en la realidad de quién es Cristo, aquella que nutrida en sus palabras y es capaz de experimentar su gracia extendiendo su gloria.