Hacer comparaciones es necesariamente un mecanismo del ego, pues el amor nunca las hace. Creerse especial siempre conlleva hacer comparaciones. Pues se establece al ver una falta en otro, y se perpetúa al buscar y mantener claramente a la vista cuánta falta se pueda encontrar. Esto es lo que persigue el especialismo, y esto es lo que contempla. Y aquel a quien tu deseo de ser especial así rebaja, habría sido tu salvador si tú no hubieses elegido usarlo como un triste ejemplo de cuán especial eres tú. Frente a la pequeñez que ves en él, tú te yergues alto y señero, irreprochable y honesto, puro e inmaculado. No entiendes que al hacer eso es a ti mismo quién rebajas.