Preferimos tomar decisiones basadas en evidencias de cómo impactarán en el futuro ¿verdad? Sin saberlo ¿cómo podremos elegir lo que es mejor para nosotros? Hay excepciones, claro. Cuando las circunstancias parecen favorecer una de las opciones de una forma aparentemente sorprendente. Porque entonces nos gusta verlo como unas puertas abiertas ¿verdad? Nos parece una situación tan idónea, que tiene que haber sido alguien desde el cielo quien puso allí delante la oportunidad. Lo que tanto habíamos deseado, por fin parece al alcance de la mano. La palabra de Dios nos advierte del peligro de seguir este criterio, el error de confiar nuestras decisiones a lo oportuno de las circunstancias. David en este texto está rodeado de personas que están muy seguros de cual es el mejor camino a seguir. David es el único que duda. No está seguro de si debe utilizar a su propio beneficio el inoportuno error de Saúl. Saúl había accidentalmente elegido ir a hacer sus necesidades a la cueva donde se escondían los hombres de David. La asequible muerte de su mayor enemigo, era realmente tentadora. Muchos ante la incertidumbre se preguntan cuál será la voluntad de Dios. La voluntad de Dios no son los detalles de nuestro futuro. La voluntad de Dios es que le obedezcamos y los detalles de nuestro futuro son la inmensa mayoría de las veces un completo misterio que sólo conoce él. Dios controla las circunstancias y tú te aseguras de hacer lo correcto. Así es como lo ha entendido la iglesia durante cientos de años, con una aparentemente única excepción: nuestra propia generación.... Podcast de Jose de Segovia sobre Primer libro de Samuel, Cap. 24