Muchos lamentamos nuestro aspecto físico. Tener que vernos la cara cada mañana, reflejada en el espejo, es un ejercicio doloroso que hacemos sólo porque no hay otro remedio. A otros les ocurre justamente lo contrario, claro. Creemos que sabemos cómo somos, cuando la realidad es que estamos bastante ciegos haciendo juicios. Por eso es tan importante el texto que estamos analizando en la Biblia, ya que el texto nos revela en primer lugar quién es Dios pero también en segundo lugar quiénes somos nosotros. Estos textos se convierten, por medio del Espíritu Santo, en un espejo en el que vemos claramente reflejada nuestra realidad, con todo lujo de detalles, cada uno de nosotros. La palabra de Dios nos muestra cómo somos nos guste o no. Pasamos por eso toda nuestra vida buscando sustitutos de Dios. El objetivo es alguien o algo que nos acabe dando lo que queremos al precio que nosotros decidamos. Buscamos el amor eterno en personas que nos defraudan en poco tiempo, buscamos la seguridad eterna en un dinero que no llegamos a ganar, buscamos la satisfacción en experiencias que no podemos repetir. Buscamos sin éxito, en cualquier caso, aquello que sólo puede darnos Dios.... Podcast de Jose de Segovia sobre Primer libro de Samuel, Cap. 8