No hay peor ciego que el que no quiere ver. Ya lo dice el refrán popular ¿verdad? Somos incapaces de reconocer cuál es nuestro problema. Todos preferimos negar nuestra maldad y creer que podremos salirnos con la nuestra ocultando la realidad a los demás. El texto que veremos hoy nos lo enseña a través del ejemplo del rey David. Le encontramos a él creyendo que por medio de sus astutas estratagemas, será capaz de mantener oculto su propio pecado. Pero ¿no es ese nuestro mismo problema hoy? El pecado nos ciega y no podemos descubrir la realidad hasta que nos la muestra la palabra de Dios. Dios se adelanta e interrumpe nuestro autoengaño, como una forma de gracia y a favor nuestro. Ahora que hay tiempo, antes de que llegue la hora de la verdad. Llegará el día en el que todos tendremos que enfrentarnos a la realidad de lo que somos. Será a este o al otro lado de la eternidad. Es por eso su misericordia, la que le lleva a Dios a buscar nuestra atención. Porque lo hace antes de que sea demasiado tarde.... Podcast de Jose de Segovia sobre Segundo libro de Samuel, Cap. 12