Las historias que conocimos siendo niños de alguna forma nos acompañarán hasta el final de la vida. Ningún libro merece la pena leerse teniendo diez años que no merezca leerse igualmente, a menudo incluso más, teniendo unos cincuenta años, decía el famoso profesor de Oxford llamado C.S. Lewis. Lo que pasa es que con el tiempo, las historias van adquiriendo para ti una profundidad que no habías descubierto al principio. Habías visto algo en ellas por supuesto pero no su sentido último ¿verdad? La historia de David y Goliat, se ha contado muchas veces para niños y es especialmente familiar para aquellos que han crecido en el entorno de la iglesia. La enseñanza de cómo el pequeño puede ganar al grande es una enseñanza que salta a la vista y de hecho en algunos países anglosajones el propio idioma y el refranero popular se han adaptado de alguna forma al relato bíblico. Que el más pequeño pueda ganar al más grande es por supuesto la parte más superficial de todo lo que podemos aprender de la historia, pero ¿es esta otra historia tribal de la antigüedad como cualquier otra? Veremos hoy también la otra parte, más profunda, que se suele ignorar y que realmente nos afecta a todos todavía hoy. La lucha de la que se habla en este texto transciende su tiempo y espacio. La extrema insignificancia de un sólo hombre, repetidamente ignorado, en oposición al por todos temido Goliat, la más grande de las amenazas jamás enfrentadas por todo el pueblo de Israel, nos apunta a una clara intención que tiene el autor de mostrar una lucha que es imposible de ganar.... Podcast de Jose de Segovia sobre Primer libro de Samuel, Cap. 17