Un hombre está cenando sólo en un restaurante. Lo hace a menudo, al menos una vez a la semana, un lugar diferente en cada ocasión. Suele elegir cenas ligeras, ya que a sus más de cincuenta años su cuerpo no le permite otra cosa, y siempre pide una copa de vino tinto. Espera pacientemente a que le sirvan, cuando le llegan los platos come sin prisas, masticando concienzudamente, mirando pensativo hacia un infinito interrumpido por las mesas y los camareros.