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Jackson Pollock no pintaba cuadros: detonaba superficies. Entre manchas, alcohol y silencio, reinventó la pintura como trance, catarsis y colapso. Su obra fue cuerpo, fue rabia, fue urgencia. Y su vida, una mecha encendida hasta el final.
By Andres Amadeo Jejen PaezJackson Pollock no pintaba cuadros: detonaba superficies. Entre manchas, alcohol y silencio, reinventó la pintura como trance, catarsis y colapso. Su obra fue cuerpo, fue rabia, fue urgencia. Y su vida, una mecha encendida hasta el final.