Modernos de otros tiempos

Jacques de Vaucanson. Modernos de otros tiempos (7x24) 11/4/2022

04.11.2022 - By Carlos PlusvaliasPlay

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Sección del programa de Rpa "La radio es mía" que demuestra que la modernidad es algo que viene de antiguo. Emisión del 11/4/2022, vigésimocuarta de la séptima temporada.

Hoy traemos a Modernos de otros tiempos al ingeniero ilustrado Jacques de Vaucanson (Grenoble, 1709-París, 1782) cuya principal obsesión fue construir, por medios mecánicos, vida artificial. En 1738 presentó ante la Academia de las Ciencias Francesas una memoria científica sobre sus tres autómatas: un Flautista que tocaba 12 aires, un Tamborilero de tamaño natural que, según él, era mejor músico que cualquier humano, y el Pato que digiere, su obra más célebre, un ánade de cobre dorado formado por más de 400 piezas móviles, que no solo graznaba, aleteaba, bebía agua y engullía cereales con gran realismo, sino que digería y cagaba lo que comía. Antes de ser nombrado académico, Vaucanson exhibió con gran éxito sus autómatas en barracas de ferias. Voltaire le inmortalizó en un poema como mederno Prometeo

El atrevido Vaucanson, rival de Prometeo,

parece que, para imitar los resortes de la naturaleza

y animar los cuerpos, toma el fuego de los cielos.

El éxito de sus autómatas le hizo ganarse los favores de los poderosos. Federico Guillermo II de Prusia quiso ficharle para su corte, pero Vaucanson no quería servir a más rey que al francés. Éste le encomendó reorganizar la industria de la seda francesa en Lyon en 1743, Vaucanson vendió sus autómatas y dedicó sus talentos a crear el primer telar mecánico. Esto le llevó a enfrentarse con los tejedores de Lyon que ya veían en su organización industrial del trabajo textil la pauperización de su trabajo y la alienación de su vida. Los tejedores le apedrearon varias veces en las calles de Lyon, pero en vez de amedrentarle le reforzaron en su propósito. Vaucanson siguió trabajando en su telar mecánico hasta sus últimos días. Poco antes de morir, dijo a sus obreros: «No perdáis un minuto. Temo no vivir lo suficiente para explicaros mi idea completamente». Pero finalmente le dio tiempo. Antes de morir en noviembre de 1782 vió funcionar su telar.

Sus autómatas se exhibieron por Europa durante el siglo XVII, pero solo sobrevivió a la revolución francesa el Pato que digiere, que llegó maltrecho al siglo XIX. Fue recompuesto y el mítico prestidigitador Robert Houdin se encargó de restaurar una de sus alas. Años después, se quemó en un museo polaco. Lo más espectacular del pato, su capacidad de cagar lo que comía, resultó ser un camelo. Un engaño que nos convierte al ingeniero ilustrado en un pionero de la prestidigatción.

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