El fotógrafo Jorge Palomo Durán (Madrid, 1885- Logroño, 1942) es fruto de la casualidad y hoy es el protagonista de nuestro episodio de Modernos de Otros Tiempos.
Algunos conocían al ingeniero de caminos Jorge Palomo que trabajó en la mejora y la construcción de muchas infraestructuras, que volcó sus conocimientos en proyectar puentes, canales, carreteras, depósitos de agua o defensas de ríos, que se involucró en proyectos tan futuristas como la construcción de una autovía entre Madrid e Irún en los últimos años 20.
Otros, tampoco muchos no se crean, recordaban al ingeniero humanista aficionado al teatro, capaz de cantar con éxito y bella voz de barítono el papel de Felipe de La Verbena de la Paloma, al ciudadano implicado en la vida social y cultural de Logroño, participante y directivo de organizaciones tan dispares como el Aero Club Popular de Logroño, la Sociedad de Conciertos, el Club Rotario o el Ateneo Riojano, al defensor de la propiedad urbana que no le hacía ascos a intervenir en política e, incluso, a ser efímero concejal de su ciudad.
Pero hasta hace bien poco, apenas nadie conocía al Jorge Palomo Durán, a nuestro juicio, más interesante: el fotógrafo Jorge Palomo Durán. Y si lo conocemos, es por casualidad. Hace apenas cinco años, aparecieron dos cajas de negativos de cristal en una casa que iba a ser reformada. El encargado de la obra tenía la orden de tirar a la basura todo lo que la casa albergaba. Las cajas le llamaron la atención y las abrió antes de llevarlas al contenedor. Su sorpresa fue mayúscula, las casi dos mil placas fotográficas que contenían tenían aspecto de ser algo importante. A él no le interesaban, pero un amigo suyo coleccionaba toda suerte de antigüedades y quizás aquellas placas fueran de su agrado. Le llamó y le dijo que si venía a recogerlas pronto, se las guardaría y las salvaría del contenedor.
Tras una complicada investigación, el profesor de instituto José Manuel Ramírez Martínez, consiguió identificar a su autor, un ingeniero madrileño que pasó gran parte de su vida en Logroño, Jorge Palomo Durán. Tras localizar a sus nietos, Ramírez consiguió localizar otras dos mil placas, lo que suponía la recuperación de casi los dos tercios de una colección fotográfica de gran valor.
Palomo comenzó haciendo fotos que le ayudaran en su trabajo como ingeniero, pero pronto descubrió que la fotografía puede servir para conservar ese mundo que muere con el progreso en el que él trabajaba.
Tras el estallido de la guerra civil, Palomo que era director de obras del Puerto de Melilla, fue detenido, acusado de masón, y encerrado en el campo de concentración de Zeluán. Allí estuvo 80 días con su vida pendiendo de un hilo. Finalmente, determinaron que la acusación de masón era injustificada y fue liberado y trasladado como Jefe de Obras Públicas a Granada.
Años después, en 1942, volvieron a abrirle la causa por masonería y fue suspendido de empleo y sueldo. Nunca pudieron probar nada contra él, pero no tuvo tiempo para defenderse, el 5 de agosto de 1942 murió de un infarto.
Sus fotos quedaron aún más sepultadas que su historia, sobre la que se construyó un edificio de silencio. Ahora, gracias a la casualidad, a un hallazgo fortuito, podemos encontrarnos a un fotógrafo extraordinario cuya obra se expone en la Sala Amós Salvador de Logroño hasta el 27 de agosto gracias a Pepitas editorial.