Tras su crucifixión, el sacrificio de Jesús no terminó en la tumba. Según la tradición cristiana, su alma descendió al Hades, el reino de los muertos, para cumplir una misión divina: liberar a los justos que habían esperado la redención desde los albores del tiempo. Este evento, conocido como el "Descensus Christi ad Inferos" o el "Descenso de Cristo al Hades," es una de las historias más poderosas y significativas de la fe cristiana, pues representa la victoria del amor divino sobre la muerte, el pecado y el infierno.